Autorretrato de Murillo pintado por petición de sus hijos. |
Murillo crea una escuela pictórica en su ciudad de gran calidad, y sus obras se venden muy bien a los viajeros tanto españoles como extrajeros que vienen y van al "joven" continente. Su pintura costumbrista se caracteriza por representar en buen número las miserias que se vivían en esa época en la ciudad, pero al contrario que haría Goya en el siglo XVIII con sus aguafuertes y pinturas negras, Murillo plasma con gran dulzura las gentes que peor condición social tienen, reflejando el modo de vida de esas personas con una pincelada suelta pero a su vez apretada, de colores vivos y un perfecto dibujo.
Los cuadros, especialmente de niños, son tocados con gran delicadeza plasmando las imágenes de quien peor lo pasa, pero sin regodearse en su penuria como podemos ver en sus cuadros de temática infantil como, Niños comiendo uvas y Melón, Niños jugando a los dados o el Niño espulgándose. Éste último, en un entorno sobrio y oscuro que ilumina la pequeña estancia la fuerte luz que entra por el hueco de la ventana situada a la izquierda del cuadro, diferenciándose éste de las obras de Caravaggio o Ribera por la suave transición de la luz con la sombra, haciendo emerger la figura sutilmente sin contrastes estridentes. Del mismo tema infantil son los cuadros de San Juan, El buen pastor o Los niños de la concha, en los que sabemos de su temática religiosa por los atributos como el bastón de pastor (de Almas), o la alusión al bautizo de Jesús en el cuadro de Los niños de la concha, bebiendo agua en la balba de una de estas. Lo mismo pasa con los cuadros de Vírgenes que el maestro sevillano realiza con una mestría singular y un patriotismo reflejado en su manera de pintar tan típica española totalmente diferente a los demás países, sin el boato recargado del barroco, con escenas saturadas de Ángeles en estáncias y paisajes recargados. Murillo se limita a plasmar a la Virgen sobre un fondo neutro cargado de nubes celestiales rodeadas de simpáticos querubines que revolotean en rededor de ella.
Los Niños de la Concha, maravillosa obra de Murillo. Composición triangular con una iluminación clara, suave que inunda toda la escena principal. |
Un manto azul sobre las telas blancas que se unen con el fondo sin la menor estridencia, complementandose un color con el otro cromáticamente perfectamente. Eso es lo que hace de Murillo que su genialidad cree, de algo totalmente sencillo, algo espectacular.